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Ponte de pie con la espalda erguida, las piernas juntas y los pies apoyados en el suelo con firmeza. Alarga los brazos a los lados y asegúrate de que estén a la misma distancia del cuerpo. Imagina que estás sujetando los extremos de una comba en cada mano y empieza a rotar las muñecas. Al mismo tiempo, empieza a dar pequeños saltos, aproximadamente entre tres y cinco centímetros de distancia del suelo. Dobla ligeramente las rodillas y aterriza suavemente tras cada salto.